MINI RELATO

AMOR CIEGO

Habían quedado como siempre, a la misma hora de la tarde; en aquel rincón alejado de la casa de los padres de ella y de sus amigos o de alguien que los conociera. Por alguna razón nadie aceptaba está relación, pero ellos se querían demasiado, y no les importaba que estuviera prohibido su encuentro, su unión.
El había llegado temprano a la cita, esperaba con impaciencia para poder verla, el tiempo pasaba lentamente como si nunca fuera a llegar; ya nadie en aquel lugar podía ver; miraba paulatinamente su reloj y la esquina de la calle de al lado.
No sabía si ella iba a venir, se sentía nervioso, desesperado, quería verla y con más ganas que nunca; media hora de retraso, con las esperanzas perdidas y con disposición a marcharse; alzo la vista y pudo avistar a lo lejos la silueta de alguien conocido que conforme se acercaba, avivaba el corazón del chico devolviéndole de nuevo la sonrisa.
Venía con prisa y cara de preocupación, pero no sabía que a él ya no le importaba que hubiese llegado tarde, estaba feliz, pues había asistido a la cita, el simple y mero hecho de verla le bastaba.
Se abrazaron fuertemente como si llevaran dos meses o más sin verse, continuado de un beso apasionado que duró un buen rato; comenzaron a andar sin disponer donde, más bien hacia ningún lugar, agarrados de la mano y en silencio. Él andaba con la vista fijada al frente, pensativo, algo le preocupaba y no era la tardanza ni nada de lo anterior, era algo más importante que lo hacía sentir muy triste.
Mientras paseaban lentamente, ella miraba sin despegar sus ojos del perfil del chico y su corazón latía muy deprisa. Esos ojos verdes intensos miraban con ternura a la persona que más quería en el mundo, y aquella tarde no habían pronunciado palabra, pero no se habían percatado de ello. Estaban juntos y eso era lo que importaba. Poco a poco se fueron parando apretándose de la mano por la que se sujetaban, colocándose de un giro frente a frente; ella se sentía muy bien, sus ojos y sus gestos radiaban felicidad, que él notaba demasiado y que impedían decirle aquello que llevaba dentro.
Después de todo el tiempo en completo silencio, se escucho un te quiero seguido de otro, un abrazo y un beso, como en un principio, pero esta vez con más intensidad; ella empezaba a notar preocupación en él, y él lo ocultaba lo mejor que podía, preguntando sobre su relación en casa, en clase, sobre cómo había salido aquel curso que tanto le costó, entre otras cosas más.
Ella contestaba con breves y determinantes adverbios alejándose de aquella conversación. No quería hablar, estaba demasiado cariñosa y sentía la necesidad de besarle, de notarse junto a él, lo abrazaba fuertemente, pero aun así continuaron la marcha dispuesta por él.
Paseaban nuevamente, pero esta vez ambos se sentían a mil por horas. Hasta la playa habían llegado, sentados en la arena y mirando al mar, cuando se disponía a hablar con ella, pero en ese mismo instante ella se dispuso a besarle nuevamente los labios, con mucha ternura y sensibilidad, volviéndole loco y callando todo aquello dispuesto a soltar. No se atrevió a decirle nada, y allí estaban besándose sin parar, ahora tumbados en la arena.
Aquella situación de amor y sexo comenzó a calentarse demasiado y la ropa comenzaba a desprenderse de ambos amantes en la arena. No, no, el chico sabía que no podía hacer eso, que no podía seguir; que tenía que parar; pues la vida de otra persona se estaba rifando en aquellos momentos de pasión.
Se armó de fuerza, apretó los puños y se alejó con rudeza, la chica sorprendida se levantó impulsada por la impresión, y no tardó en preguntar que le pasaba, el por qué de aquel arrebato.
- Mi amor, no haría nada que de ello te costara la vida, pues te quiero mucho y prefiero morir yo sólo, y tú desde ahora deberás conseguir a otro que te de igual o más amor que yo- contestaba el chico con una voz ronca y a su vez se inundaba de lagrimas los ojos.
Ella interrumpió- ¿Qué te pasa, por qué dices eso?
- Me muero, tengo SIDA y no quisiera transmitirte la enfermedad, sería demasiado para mí - volvió a decir el chico rotundamente con el corazón en la mano-
Inmediatamente después, el silencio se apoderó del ambiente entre los dos, y lloraban sin parar, lágrimas de tristeza, pues uno de los dos se marchaba y para siempre.
Después de un rato, lo abraza con fuerza y con los ojos cerrados, le contestó con firmeza:
- ¡Hazme el amor! En este mundo y en estos momentos lo que más quiero eres tú, te quiero de corazón, y vivir con la idea de no tenerte me mataría, quieras o no.

Read Users' Comments (0)

0 Response to "MINI RELATO"

Publicar un comentario